La monarquía absoluta (6). La monarquía hispánica. El conde-duque de Olivares
Y en el nombre de Filipo Cuarto,
que por siglos reine,
con más vitorias que nunca,
tan dichoso como siempre,
tomo aquesta posesión.
Dulces instrumentos suenen.
Ya el sargento en la muralla
las armas de España tiende.
Oíd, soldados, oíd.
¡Bredá por el rey de España!
¡Y plegue al cielo que llegue
a serlo el mundo rendido
desde levante a poniente!
Calderón de la Barca. El sitio de Breda (fragmento)
Gaspar de Guzmán y Pimentel. Conde-duque de Olivares (1587-1645)
De todos los validos españoles del siglo XVII el que tuvo mayor altura política fue el conde-duque de Olivares. Su politica tuvo luces y sombras, pero fue con diferencia el mejor político de ese siglo. En él se conjugaron la ambición y el talento, autoritarismo y pragmatismo.
En 1624 presentó al rey ell Gran Memorial en el que se propone la uniformidad legal en los distintos reinos, medidas para reforzar el poder real con el fín de obtener un mejor aprovechamiento de los recursos y poder sufragar los gastos de la política exterior y así poder sufragar los gastos del imperio a todos los reinos que lo componían y mantener los reinos del Imperio. Para ello renunció a una política ofensiva y se limitó a mantener el "status quo", sin embargo, a pesar de algunas sonadas victorias especialmente la de Breda en 1625 (inmortalizada por Velázquez) o la impresionante victoria de Nordlingen sobre la coalición protestante de holandeses y suecos en 1635, la trayectoria militar de España bajo el conde-duque fue de mal en peor y se sucedieron las derrotas y desastres militares. Una de las causas fue la falta de recursos económicos. A pesar de las riquezas americanas, los gastos de la política exterior de la monarquía eran tan altos que en ocasiones no se pudo hacer frente a las pagas de los soldados y esto produjo amotinamientos. Ciertamente la pobreza de la monarquía del Imperio más grande del planeta era proverbial y se admite que en ocasiones no habia mas que unos cuantos huevos por toda comida en la corte. Las guerras provocaron una creciente deuda que llevó a la bancarrota a la corona en 1627, 1647, 1657, 1662.
La agresiva política exterior de Olivares en Europa pretendía mantener la hegemonía española en el continente, y para ello no se escatimaron recursos contra los dos conflictos principales (las Provincias Unidas y Francia): Tregua de los Doce Años con las Provincias Unidas (1621), rendición de Breda (1624-1625), Guerra de los Treinta Años (en apoyo de los Habsburgo austríacos), Guerra de Sucesión de Mantua (1629-1631), conflictos bélicos con Inglaterra y Francia,.
El conde-duque tenía una solución. Castilla soportaba el mayor coste de los gastos de la política europea, también en hombres. Otras regiones y reinos del Imperio tenían una mayor capacidad económica auspiciada por una floreciente burguesía emprendedora y comerciante. Demograficamente no presentaban el desgaste de Castilla. La solución era la cooperación fiscal y humana de otros reinos para hacer frente a los gastos de la guerra. Entre 1627-1635 un último intento de imponer sus reformas por la vía autoritaria. La política unificadora seguía siendo, a los ojos del conde-duque, la única posibilidad de salvación para la monarquía, pues era preciso que los demás reinos contribuyesen a las cargas militares. Pero estos territorios, que llevaban años sin aportar a los gastos de la corona mas que las peticiones reales atendidas por sus cortes, se opusieron a sufragar con dinero y hombres la política imperial de la monarquía hispánica. Esto supuso un punto de inflexión en la carrera política del conde-duque. En 1640 se va a sublevar Cataluña. También Portugal. Un año antes se produce la derrota de la batalla naval de la Dunas y se perdía la Vlatelina